sábado, 26 de septiembre de 2009

AMOR TAQUILLERO

Podría tratarse de una de las historias de amor más caras de la historia del cine… que pudiera verse fuera de una sala. Concretamente, a unos metros, en las taquillas de un multicines cualquiera, en una pequeña ciudad cualquiera.
Podría haber tenido lugar en Macondo, pero ni siquiera sabemos cómo denominar al sitio en el que vivimos: ni gozamos del romántico aire recogido, típico y familiar de un pueblo, ni disponemos de los medios, bullicio y población de una ciudad. El realismo mágico que debiera inundar esta historia, más que ideado por García Márquez, parece caricaturizada por Eduardo Mendoza.
Podría tratarse de “El amor en los tiempos del cólera”, pero aquí solo disponemos de gripe A, de una historia que no abarca más de una carilla y de lectores muy pacientes que leen lo que este perturbado les escribe... mientras no sea muy largo.
Podría estar protagonizada por un “personaje romántico” que, de tanto ver historias de amor creyera vivir en una… pero aquí es la “historia romántica” la que, de tanto ver a este “personaje”, le ha creído su protagonista.
Podría ser que el concepto de amor que tanta película le ha inculcado sea el que esté llamado a vivir… o que todo no sea sino fantasía o material barato típico de una película de Meg Ryan. Podría ser que los personajes femeninos que tanto le han hecho suspirar le estén esperando reencarnados en la diosa que le atiende cada semana… o que su ideal de mujer amada siga siendo “Amelie
Podría ser que ni siquiera le gustase el cine, que la entrada sea el canon a pagar por tener derecho a contemplarla unos segundos cada viernes... pero ni siquiera el amor puede justificar el entrar a ver una película española.
Podría ocurrir que aquellas microconversaciones intrascendentes que va improvisando fielmente cada semana mientras ella le atiende lleguen algún día a algo bonito… o que se queden en nada.
Podría ser que ella, al otro lado del cristal, también sueñe con ser correspondida con él, que espere impaciente los días de estrenos para ver cómo su cliente favorito se hace el despistado de la cola de al lado para no ir a la ventanita de su compañera, y así ser atendido por ella… o que, más que un sueño, todo esto sea su peor pesadilla.
Podría ser… o no.
Ahí reside la magia del cine.

martes, 15 de septiembre de 2009

MARKETING MEDIOAMBIENTAL PSEUDOECOLOGISTA

Siguiendo fieles y mansos como corderitos los dictámenes de Carrefour, el supermercado gurú del siglo XXI, los españolitos hemos descubierto que ¡¡horror!! las bolsas de plástico tardan muuuuuuchos años en ser asimiladas por la madre tierra y contaminan cantidad.
¡¡Cómo hemos podido estar tan ciegos!!
Así que, ahora, completamente impregnados por un espíritu “ecologichic” de todo a 100 (perdón, de todo a 1€) hemos decidido declarar la guerra a las bolsas de plástico. Ellas son el nuevo Satán, el Bin Laden de la naturaleza, la última aberración que acabará por destruir nuestro entorno, el enemigo a derrotar… y ríete del CFC, de las pilas de botón, las mareas negras, vertidos industriales y demás atentados ecológicos: si seguimos llevando los recados y mandados en bolsitas a casa… nos estaremos cargando el planeta.
Curiosamente, supermercados como Aldi o Dia llevan años cobrando por las bolsas (también como medida pseudoecológica), pero, hasta que el gigante francés no ha desplegado su impresionante armamento mediático, nadie se ha parado a reflexionar sobre el potencial contaminador de estos objetos.
Ecologistas de medio pelo, jipis tomateros de la nueva era, turba moldeable de cuatro paquetes 20 duros… claman al cielo por tan execrable crimen medioambiental ¡Ya no queremos bolsas de plástico! ¿Quién osa seguir repartiéndolas a diestro y siniestro en sus tiendas?
Europeos a tiempo parcial, los españoles no dominamos todavía el tener que reciclar y ya queremos ir tres pasos por delante de todos con el “asunto bolsitero”
¿Nadie piensa en lo que se esconde tras esta campaña? Es triste ver que nadie se sienta a meditar si esta última estrategia del otrora Pryca/Continente responde a intereses públicos y de la comunidad, o a otros más mundanos y comerciales (intereses propios, para que nos entendamos)
Porque, con esta media, ¿cuánto se ahorra en bolsas esta gran superficie? ¿Qué beneficios le supone el dejar de repartir en caja estos envases… a nivel mundial? ¿Por qué en su campaña no abordan, abarcan o incluyen a las bolsas de plástico… de basura y dejan de venderlas? ¿Por qué no se implican de verdad y se niegan a vender productos desechables y contaminantes? ¿Por qué no hablan de las bolsitas (también de plástico) que te dan cuando despachan la carne, el pescado o la fruta?
La respuesta es simple: por puro marketing, porque los españoles carecemos de criterio propio y caemos como chinos en este tipo de timos/campañas publicitarias. Somos el emperador del cuento, orgullosos de lucir un “traje tejido con hilo invisible”. Aceptamos con resignación (todo sea por la naturaleza) lo que nos ordena un supermercado que tendría que ajustarse a lo que sus usuarios quieren (¿dónde está eso de “el cliente siempre tiene la razón”?) Se acabaron las bolsas como se van a acabar el envolver regalos fuera del periodo navideño. Quién sabe, a lo mejor hasta el servicio a domicilio se suprime en unos años (para bajar las emisiones de CO2 y mejorar la capa de ozono, por supuesto)

Quizás lo único bueno sea la recuperación y conservación de esa tradición tan castiza de nuestros abuelos de llevarse la talega del pan para comprar el pan y el carrito de la compra al mercado.

viernes, 11 de septiembre de 2009

POST DE AMOR A UN BOCADILLO DE FILETE

Son los pequeños placeres los que hacen que la vida merezca la pena. El lujo y la felicidad se esconden tras detalles, gestos y momentos imborrables en los que, lo más nimio se vive con la mayor de las satisfacciones.
No hace falta más: buena compañía, ganas de pasarlo bien y un rinconcito donde estar un rato bien pueden prescindir de playa, gente alrededor, turistas, bares, afters y música cuando se tiene en las manos uno de los mejores bocadillos de filete que pueden comerse a este lado del Atlántico. Amigos y un bocadillo son la llave que abre las puertas del cielo.

Un simple y llano bocadillo de filete. Sin añadidos ni florituras: un bollo de pan calentito en cuyo interior nos espera un delgado, sabroso y jugoso filete. Puede que el secreto de su sabor resida en el aliño (ese ajito, ese perejil, ese vinito), puede nque en su elaboración a fuego lento (con ese aceite que se mezcla con el aliño y crea una salsita que haría enloquecer al más selecto de los gourmets), puede que la pequeña y jugosa capa humidificadora que se crea en el "miajón" (impregnado por la salsa y que expande el "sabor filetero" por todo el bollo, de manera que, si no se come en su momento puede reblandecer la crujiente corteza y restar un 2% de encanto al bocadillo) Muchos comentan y sugieren nuevos ingredientes que añadirle, pero... a este trozo de cielo no le hace falta nada más que un agradecido paladar deseoso de probarlo, saborearlo, apreciarlo, deleitarse y comerlo.
Me hablan de los 15 baños de agosto en la playa para no caer enfermo, yo les hablo de los 14 bocadillos en verano para conseguir salud en el estómago, el bien del espíritu y regocijo del alma. El cielo por sólo 3 euros (4 con la bebida)

Nuestra "Concejalía de Cultura Independiente" programa cada año un cine de verano de rarezas cinematográficas contemporáneas en v.o. (suecas, iraquíes, ucranianas, brasileñas...) que, más que un post merecería un pelotón de fusilamiento: siete películas, proyectadas cada una en dos sesiones semanales... 14 bocadillos. En el quiosco de este cine al aire libre descubrí (hace 10 años ya) este suculento manjar heredado de los dioses. Hasta el año pasado, para disfrutarlo había que entrar en el cine (y ver lo que pusieran), pero desde el pasado verano, "filete" goza del protagonismo que merece al disponer, fuera del recinto, de una terraza donde deleitarse con él los días de proyección. Así, desde nuestras mesas vemos el pulular de gente entrando en el cine y decimos: "infelices, no saben lo cerca del cielo que están".
Ya sé que también los hay de queso, jamón, tortilla y mechada, y que incluso pueden pedirse montaditos (lo mismo pero de tamaño más reducido) Y no es lo mismo. Ese "pero" ya lo hace inimitable: si no es el bocadillo de filete del cine de verano de San Luís... no es el auténtico.
Querido filete:
Hace ya un mes que acabó todo. El ciclo terminó y se cerraron las puertas del quiosco hasta el verano que viene.
Sabemos que tus creadores son quienes regentan el bar del colegio San Luís, que te siguen haciendo, que existes, te venden, que los escolares te disfrutan, pero... también sabemos y tememos que gran parte de tu magia reside en quienes te compartimos cada noche de verano: el ritual, los amigos, las conversaciones, la complicidad, las risas...
Por eso, aunque te echo de menos, esperaré impaciente e ilusionado a nuestro encuentro en el mes de julio. Yo ya un añito más viejo, quién sabe si todavía soltero, tú tan jugoso y tierno como siempre.
Llegaré a la barra y te reclamaré creyendo que es mentira que por fin te tenga en mis manos y pueda hincarte el diente.
No sabes cuánto pienso en tí estas noches otoñales de régimen y sandwich de jamón cocido.
Te espero
F.F.

lunes, 7 de septiembre de 2009

LAGARTIJA Y PALOMITA

Nos empecinamos en tragarnos los documentales de bichos y animales salvajes de cualquier rincón remoto del mundo y rara vez somos capaces de apreciar las maravillas que se esconden a nuestro alrededor, en nuestro entorno, en nuestra ciudad.
Una noche cualquiera, una ciudad cualquiera, un rincón cualquiera... Sólo es cuestión de abrir los ojos, de dejarse llevar por los instintos que aún conservamos, y podremos ver como, ante nosotros, la vida se abre paso. Los grandes misterios y secretos de la naturaleza nos son revelados.

El siguiente video, es una pequeña muestra de las maravillas que la naturaleza nos brinda.

Desde aqui dar las gracias a Manolín por el video (por el que renuncié a mi variada y genial gama de politonos) y a los comentaristas que ilustran las imágenes.

martes, 1 de septiembre de 2009

SABIDURÍA POPULAR

Es curiosa la idiosincracia del pueblo español. A pesar de los altos índices de incultura y analfabetismo funcional existentes, así como el bajo consumo de prensa y literatura que nos caracteriza (significativas muestras de nuestra escasa aportación al mundo y del lugar que ocupamos a la cola de Europa), raro es no encontrarse en cualquier lugar a algún/a currito/a de a pie que, dando muestras de la sabiduría popular que nos caracteriza, no tenga opinión, explicación o sugerencia sobre cualquier cosa.
Extraño es no encontrarse a nadie que carezca de ideas, razones o fundamentos para comentar o debatir cualquier tema de conversación. Y lo mismo da cultura, política, economía, o física cuántica. En este país hablar es gratis, y todos opinamos ex cátedra (valga de ejemplo un servidor y su modesto blog)

Podría abordar la basura televisiva en la que todo tipo de personajes (auténticos "licenciados vidiriera") debaten con una frialdad pasmosa cualquier tipo de noticia (desfile de ropa, violencia doméstica, la última relación de un putón folklórico, desaparición de una adolescente...), saltando de un tema a otro con asombrosa naturalidad.
Podría extenderme a situaciones y contextos como los que se viven en muchos campos de fútbol, canchas de baloncesto, cosos taurinos… donde el conocimiento, la sabiduría y la inteligencia que “brotan” en las gradas caen en forma de ríos de gritos, reproches y hasta insultos, hacia los profesionales que trabajan abajo (algunos, hasta se están jugando la vida)
Podría hablar de las peluquerías, “herederas legítimas del café Gijón”, en las que temas de actualidad y sociedad son abordados de forma realista y descarnada, a corazón abierto, mostrando cada tertuliana las simpatías y antipatías despertadas por aquellos personajes que marcan el día a día de nuestros televisores.

Pero no, voy a hablar de la cuna del conocimiento, de los dos rincones en los que reside todo el acervo popular: el mercado y el bar con solera.
El mercado es el único lugar en el que, por el precio de una barra de pan y un kilo de tomates te llevas gratis el truco para quitar las manchas de plastilina, donde con los avíos del puchero puedes saber “de cuánto está” la hija de los del 5ºA. Más que un espacio abierto al debate supone una ventana al mundo de la información en el que podemos acceder a la vida del barrio, a los últimos acontecimientos de la ciudad, a lo que aparece en la televisión o a aquella información secreta y reservada que desconoce el CNI pero no así el pescadero ni el carnicero.
Es curioso comprobar que, con los recientes cambios en la sociedad, los nuevos “amos de casa” no sólo se han adaptado a la perfección a estos entornos, sino que además, forman parte de la red de corresponsales y enviados especiales que confirman y/o amplían la noticia con información de última hora y primera mano.
Y no sólo se informa, son auténticos consultorios de salud en la que de forma altruista, los clientes se intercambian experiencias, consejos e indicaciones destinados a mejorar la calidad de vida de la población ¿quién dijo que la aspirina es sólo para el dolor? El médico receta, el farmacéutico quien dispensa, pero el vecino es quien diagnostica e indica el tratamiento.
El bar con solera debería ser un espacio protegido por las autoridades. Raro es el pueblo o el barrio que no dispone de uno. Los principales rasgos que lo caracterizan:
- La (extraña) sensación de que las paredes hacen años que no ven un trapo.
- Una (casi vacía) botella de Anís del mono de cuando el mono era un chimpancé y otra de Veterano con redecillas descoloridas.
- (Pintorescos) parroquianos más gastados que el mobiliario y los vasos que se usan para el café, siempre pegados a la barra.
Y son sus habituales, sus parroquianos, los que convierten a estas tascas en auténticas tertulias. No hay temas lo suficientemente complejos, extraños o inesperados a los que no puedan hacer frente ni mostrar su opinión. Son intelectuales cultivados en la escuela de la vida.
Conocedor de su clientela, el dueño del bar es un gran moderador que sabe dar a cada uno su sitio, aprecia sus valoraciones, sus opiniones, sus quejas… mostrándose siempre comprensivo a expresiones tan castizas como: “En tiempos de Franco esto no pasaba”, “habría que legalizar la pena de muerte”, “la justicia es un cachondeo”, “son todos una pandilla de ladrones”, “habría que quemarlos a todos”, “mucho paro y mucho inmigrante”, “tanta libertad no es buena”, “que me lo dejen a mi, te iba a decir yo lo que le hacía”…

Y es que, señoras y señores, esto es España. Un país de entendidos, de sabiduría a pie de calle, en el que todos expresan su opinión, sus ideas y sugerencias… y prácticamente nadie se molesta en mover un dedo para realizarlo. (De hecho, con la llegada de las nuevas tecnologías, ya ni nos molestamos en ir a la calle a expresar nuestra opinión)
Más sobre este tema, pero centrado en Cádiz y en su carnaval, aqui