miércoles, 28 de octubre de 2009

POST MISCELÁNEO

Por motivos laborales me está resultando imposible en las últimas semanas actualizar el blog con la regularidad acostumbrada en los últimos meses. Si bien las experiencias y situaciones por las que paso cada día podrían servir para llenar siete bitácoras, la falta de tiempo libre para sentarme, organizarlas y plasmarlas impide que lo lleve a cabo. No obstante, no quiero dejar de compartir algunas de las impresiones y reflexiones que suelen pasar por mi cabeza cada día.
Sean bienvenidos a mi primer post misceláneo.

Mis padres se han llevado toda la vida diciendo que hacen la comida con amor. No he sabido de la importancia de este ingrediente hasta que he comenzado a frecuentar un comedor universitario.
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Hoy me he sentido como un terrorista de la lengua: Una alumna me pregunta cómo me permiten ser profesor de lengua pronunciando tanto la c.
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Al pasar por la Plaza de El Salvador me he acordado del libro (y la película) “Nadie conoce a nadie”. Sólo le faltaba un masón o un illuminatti para que hubiera sido nuestro Código da Vinci patrio. Nos habríamos adelantado a Dan Brown, ¡qué cosas!
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Sevilla, 27 de octubre, luce el sol, no hay nubes a la vista y estamos a 32 grados… ¡ya es primavera! Con este clima, ¿quién piensa en encerrarse a estudiar? No me extraña que en Noruega los universitarios obtengan mejores resultados que aquí.
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La riqueza de nuestra lengua es infinitamente más limitada y pobre que la capacidad de nuestros estudiantes para destruirla. Escribo en la pizarra alcohol (ejercicio de colocar la tildes donde correspondan), tres copian alchol, uno alcool y dos alcol. El interés y la atención, como la ortografía, brillan por su ausencia esta mañana.
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Leo en la prensa: Se destapa la fosa donde se cree que descansa García Lorca. La familia no ha autorizado la identificación de los restos. En el fondo, tenemos la esperanza de que, como Elvis, no haya muerto.
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Crónicas de un centro: Ésta mañana, en tutoría, un alumno me ha dicho que un profesor le ha cogido manía. Durante el recreo, el profesor se lamenta de que un alumno de mi tutoría le ha cogido manía.