lunes, 25 de octubre de 2010

LOS IRREDUCTIBLES GALOS

Nunca he podido con los franceses. Es algo superior a mis fuerzas. Porque no. No. Es que… qué va… que no… imposible…es que… no… que no… que no puedo con ellos.

Ojalá tuviera una explicación lógica a esta aversión, ojalá pudiera argumentar razones de peso, o simples conjeturas. Pero no. Que no. No puedo ni reflexionar sobre esto. No. Que no puedo con ellos.

Me gustaría que todo se debiera a una razón determinada, que tuviera un motivo concreto, que fuera fruto de una experiencia traumática… porque no los soporto desde que era pequeño.


Hasta mi adolescencia pensaba que ninguno se escapaba de la quema. Ellos nos tiraban los camiones de fresa… yo les prendía fuego a todos. A todos, excepto a Julio Verne. El padre de la novela de ciencia ficción. Sólo él se salvaba… hasta que llegué a “Viaje a la luna” y me topé con su visión de los españoles. Cambié de opinión.

En mi adolescencia quise salvar a Alejandro Dumas, el rey de los folletines de aventuras: el Conde de Montecristo, los tres mosqueteros… hasta comprobar que escribir escribir… no escribió mucho. Sería el artífice y la cabeza pensante de auténticas joyas literarias, pero también era un empresario que oprimía a los “negros” que le escribían. A la hoguera con él.

Cuando lo creía todo perdido, me acercaron a Víctor Hugo. Qué gran novela los Miserables, qué obra maestra, qué gran libro… (pero, qué largo) Nadie como él ha sido capaz de entrar en el alma humana y reflejar los más oscuros fantasmas, miedos, temores y anhelos. Parecía el francés definitivo…


Una tarde de abulia, revisando viejos cómics y libros, descubrí a Goscinni: Astérix, el pequeño Nicolás, Lucky Lucke, Iznogud… Nadie como él ha hecho tanto para abrirme los ojos, para mostrarme la verdadera naturaleza de los gabachos, del espíritu de pueblo, de su identidad, su idiosincracia… Y pasé de salvarlo solo a él… a salvarlos a todos.


Aquellos irreductibles galos rodeados por las tropas de Julio César, existen. Siguen en pie de guerra, continúan resistiendo. Lo hicieron en los cómics contra el imperio romano (y las nucleares, en un cómic apócrifo), pero, en la vida real también se alzaron e hicieron frente a sus gobernantes en la revolución francesa, en el mayo del 68… y en las constantes manifestaciones del último a en respuesta a la reforma de las pensiones. Con un poco de perspectiva, y mal que nos pese, son un pueblo que se une y se crece en cuanto surgen adversidades. Y lo mismo da que les gobierne Abradacurcix que Sarkozy, si merecen una colleja, ahí estará el pueblo para dársela.


Uno observa a sus vecinos con el rabillo del ojo, mira en la situación en la que estamos… y le dan ganas de quemarse a lo bonzo. Más allá del episodio en el que nos alzamos en contra de las tropas francesas que nos invadieron… no hemos sido más que peleles en manos de nuestros gobernantes. Marionetas de todo a cien que apenas supimos mantener una constitución progresista como la de 1812 ante el regreso de un rey absolutista (un monarca que, con la llegada de Napoleón, había salido corriendo de España a las primeras de cambio); un supuesto pueblo soberano (no digo país para no herir susceptibilidades de aquellos cortos de mira que llaman nación a un cacho de tierra que no deja de formar parte de España) que no es capaz de dar un puñetazo en la mesa, unirse y levantarse para hacer valer su voz y sus derechos.


Y es que…

No puedo con los españoles. Es algo superior a mis fuerzas. Porque no. No. Es que… qué va… que no… imposible…es que… no… que no… que no puedo con los españoles.

domingo, 17 de octubre de 2010

MELOPIDO (The Teletienda History)

Siempre he sido un apasionado seguidor del teletienda. Recuerdo con nostalgia su aparición con la llegada de las privadas, y sobre todo aquellos megaanuncios que ponían en mitad de la programación, como ocurría con el ciclo de cine de artes marciales que presentaba Coral Bistuer. Con los años, este tipo de espacios publicitarios sufrieron un notable cambio: las televisiones se limitaron a doblar al español los anuncios americanos y los relegaron a un horario menos competitivo: las madrugadas.
Eran mediados de los 90. Por aquel entonces me encontraba estudiando fuera de casa, y a falta de una compañía mejor, no había nada como recogerse un sábado por la noche a las tantas de la madrugada y hacer una recena con la que rebajar los niveles etílicos viendo las maravillosas propiedades del cuchillo Ginsu, que lo mismo cortaba un tomate, que una lata de cocacola.

Los presentadores no eran más que actores americanos de tv de segunda clase, la mayoría antiguas estrellas que, a modo de Emilio Aragón en VIP Noche, hacían un espectáculo de la venta un pelapatatas (éste hacía un show interminable del juego del tres en raya): Tony Danza, Suzanne Sommers, Mr.T... fueron quienes, además de convencernos de lo útil y sano que es tener un dvd en el que un exmarine del ejército de los EEUU nos enseñe ejercicios de aerobic militar, inspiraron un personaje de los Simpsons: Troy Mclure.

Un anuncio podía durar entre 15 y 30 minutos, dependiendo de si estaba rodado "a puerta cerrada" (lo que lo convertía en un "bucle" en el que 5 ó 6 veces te repetían lo mismo, y veías hasta la saciedad las caras satisfechas y los testimonios de los compradores), o si se hacía en falso directo, con público en el plató. Estos últimos son aún mis preferidos:
En un pequeño estudio que simulaba una enorme cocina, y frente a unas gradas donde un público curiosamente extasiado (desconozco si por alguna desconocida sustancia alucinógena) les contemplaba, estos actores se convertían en gurús de la venta por tv que lo mismo vendían cebos para pesca que un wok (el secreto de la milenaria cocina japonesa) Y después de 3 veces explicando lo mismo... llegaba el momento de invitar a alguien del público a probar el producto in situ.

Mi anuncio preferido era el del kit de peladores. Una caja llena de mil y un cachivaches, cada uno especialmente diseñado para quitar la puel a una fruta o verdura. El pelador de ajos, el de patatas automático que giraba sobre su eje, el de huevos duros... qué gozada. Y por el mismo precio te regalaban las cucharillas para quitar el corazón de las manzanas y otras para hacer formas curiosas con el melón (bolitas, cuadraditos, estrellitas...) Y el trituratodo!! De haber tenido móvil por aquel entonces, me lo hubiera comprado. Aquello... y (aunque sólo me gusta el de naranja) el hacedor de zumos, que extraía líquido hasta de una piedra. Impresionante.
Nada del grill de George Foreman, el juego de tropecientos cacharros peladores y trituradores es lo que hubiera pedido a los reyes... de saber que hubiera habido alguna opción de que me los trajeran.

Con el paso del tiempo, las cadenas han ido dedicando estos espacios televisivos de madrugada a videntes que supuestamente leían las cartas, videos eróticos de extraña calidad y concursos televisivos para mentalidades trastornadas. ¿para qué rellenar con videos de anuncios... cuando sale más provechoso poner a un espantajo con cartas o alguna anormal extraída de gran hermano pidiendo que llamen a una línea 906 y tener más ingresos?
(¿he escrito 906? Qué viejo soy, por favor!)
De repente, no fue tan fácil encontrar estos espacios publicitarios. Había que dar bastantes vueltas por las cadenas para encontrar al rey de la teletienda y al santo grial de los productos: El chef Tony y el Paint Runner.
El chef Tony es un cocinero con bigote y gorro de cocina, que parece sacado de una película de Disney. Gordito, con cara de bonachón y comilón, sólo él es capaz de vendernos en un anuncio de un grill, de una freidora sin aceite o de un juego de cuchillos, su juego de salsas ("El set de salsas del chef Tony") o cualquiera de sus libros ("Los libros de cocina del chef Tony") Si Arzak, Subijana y el cocinero de Rota se hubieran fusionado y el resultado se dedicase a la cocina italiana, sería el chef Tony. El chef Tony es el amo. Es el único capaz de acabar con la Bullimanía, el superhéroe que puede librarnos de la cocina del terror impuesta por Ferrán Adriá.
El Paint Runner es un clásico, (sí, más que el jes-extender) un juego de rodillos que no gotean y que, además, resultan fáciles de limpiar, que hacen de pintar una habitación un juego entretenido... y que contiene una brocha para pintar esquinas!!
Pero, más allá de ellos... no había nada.
Todo parecía indicar que habría que pasar las madrugadas viendo concursos del tipo: "animal cuyo nombre contiene las cinco vocales"

Y cuando había perdido las esperanzas... llegaron los canales de venta por televisión. La llegada de la imposición del tdt estaba cerca... y los emporios audiovisuales estaban dispuestos a rellenar con anuncios de teletienda aquellos canales para los que no tuvieran nada que emitir: canal club, cincoshop... por no hablar de las franjas más flojas de la sexta y antena3. Los anuncios de gran extensión fueron menguando para dar opción a la emisión y publicitación de nuevos productos: los hacedores de abdominales a través de descargas eléctricas, los robots de cocina, los colchones hinchables, las asas multiusos que pueden ponerse en la ducha, el bolígrafo reparador de arañazos para el coche, la fregona redonda que da vueltas y se exprime sin tener que hacer fuerzas, el doblador de ropa, el espantacucarachas que se enchufa, el plumero magnético...

Todo parecía inventado, y esta madrugada descubro el SHAKE WEIGHT... y mis ideales han comenzado a tambalearse. ¿Adónde hemos llegado? ¿En qué sociedad vivimos? ¿No estaremos cayendo en las redes del consumismo? ¿de verdad es insustituible este aparato para fortalecer bíceps y tríceps?




lunes, 4 de octubre de 2010

ROMANTICISMO Y TELETUBBIES

La actividad, después de dos días hablando del Romanticismo y de lo pesimista del pensamiento y obra de sus autores, era escribir una carta hacia alguien/algo que te hiciera sentir mal, triste, amargado, y expresarle lo que se siente hacia él.

El 90% escribió al instituto (cárcel, profesores que chupan la sangre y la energía, alumnado que como zombis que pasean por los pasillos... lo de siempre), pero -cómo no- hay alguno que aprovecha una actividad más o menos curiosa para hacer el payaso y ponerme a prueba. Aquí va su "carta":

Carta a los “teletubbies”

Señor, señoras y ser extraño con tendencia a la homosexualidad, tengo que empezar diciendo que sois lo más patético que he visto en mi vida. Os pasais la vida en una prostituta montaña con un sol con cara de bebé sadomasoquista haciendo el deficiente.
Tinki Winki es un travelo que se vende por dos tubbieuros a la entrada del polígono de Granada, pero en su estancia en teletubbilandia se pasa el día con un bolso en la mano para intentar que los otros teletubbies se fijen en que está saliendo del armario. Dipsi es un hippye de la Alpujarra Granadina que se dedica al cultivo y consumo de marihuana, pero en teletubbielandia está todo el día con un señor pelotazo y a su rollo. Lala es una adicta a la cocaína que vive en la miseria en la Almanjáyar de Granada, pero en teletubbielandia está con un puestazo enorme y hablando con todo el mundo toda enchufada. Y Po es una marginada donde esté porque es la más pequeña y está pensando en suicidarse, ¿por qué no la matais ya? ¿y por/qué no os pegais un tiro y ya está? Si no haceis nada por la vida y lo unico que haceis es hacer el deficiente mental.