martes, 26 de enero de 2010

LA HERENCIA MALDITA

Como me debo a mis lectores, y más a las tres personas que suelen dejarme sus comentarios habitualmente, aquí va el post solicitado en la entrada anterior.
“La herencia de Valdemar” es una película española realizada íntegramente con dinero privado. Ni quiero, ni pretendo, entrar en polémicas o temas ya tratados con anterioridad aquí y aquí. Lejos de comentar un clásico (las subvenciones del cine español), voy a hablar de la película.

6 Cosas que deberías saber sobre ella antes de comprar la entrada:
-Está hecha en casa, con muchos rostros de la televisión. Me sorprendió oír eso de “Ese es… ¡No jodas que es española!” ¿Por qué la gente no se informa sobre lo que va a ver al cine? A seis euros la entrada… ya les vale.
-Es la primera parte de un díptico que, se supone, se estrenará en noviembre. O lo que es lo mismo, no acaba. ¡Por favor, vayan a verla o me quedo sin ver la continuación! (adviertan que he usado el verbo ver y no disfrutar)
-Toda la acción transcurre en los últimos diez minutos. Perderse los primeros cinco minutos no es impedimento para entender la trama. Pero no entren tarde en la sala, que a los que llegamos a nuestra hora nos molesta la gente andando por el pasillo… y por delante si se sientan en los extremos de la fila.
-Sale un zeppelin llegando a un aeropuerto, en pleno siglo XX. Dicho así parece el inicio de un chiste, quizás lo sea, la verdad es que no lo he pillado. Pero… ¿qué pinta ese zeppelin volando? ¿Es alguna clase de homenaje o cameo?
-El género es…epiceno? De miedo… no es. De sustos… tampoco. De sangre… que yo recuerde no. Sé que me reí en un par de ocasiones, pero de ahí a denominarla comedia… pues no.
-No está subvencionada por ningún organismo público. No es que importe mucho, pero con este dato llego a los seis.

6 Razones para verla:
-Posiblemente, si nos atenemos a la calidad de las interpretaciones, será la última película de sus protagonistas (si no, debería serlo) Por eso, hay que verla.
-Hay que apoyar el cine español no subvencionado, a ver si cunde el ejemplo. Por eso, hay que verla.
-Como todas las americanas del género es mala y floja. Si vemos las made in Hollywood, ¿por qué esta no? Por eso, hay que verla.
-Es la última película en la que ha trabajado Paul Naschy (Jacinto Molina), el “hombre lobo español”, el rey del cine de terror de serie B española. Por eso, hay que verla.
-La historia se basa libremente en el universo literario de Lovecraft, el padre del terror gótico. Por eso hay que verla.
-Puede que la segunda parte sea mejor que la primera, que sea la película del año. Y entonces… ¿cómo vas a pillar la historia? Por eso hay que verla.
6 Razones para no verla:
-Carece de ritmo, de gancho, de interés… y te das cuenta de ello en el primer minuto de película. Te incita a pensar: si te devuelven el dinero en una tienda si no te está bien una prenda… ¿cuándo lo harán en el cine?
-Conserva todos los fallos de una película española del montón: actores casposos de todo a cien con problemas de vocalización, sale (porque actuar... es discutible) Jimmy Barnatán, la recurrente escena de sexo y la actriz desnuda paseando por ahí…
-La película se toma en serio a sí misma… y así sale lo que sale. No es tan importante ni tan trascendente, no va a revolucionar el panorama cinematográfico español, no va a llegar a ningún sitio… pero nadie de los involucrados en su realización se ha dado cuenta de ello. Lo siento señor director, pero es así.
-La dirección de casting. No es que no estuviera acertada… está para matarla: ¿cómo puede ser que los personajes Aleister Crowley (inglés) y Bram Stoker (irlandés) hablen un español fluido y con una entonación más castiza que el protagonista Lázaro, interpretado por un italiano que no disimula para nada su acento?
-La cartelera que acompaña a la película: “Sherlock Holmes”, “Avatar”, “Invictus”, “Up in the air”, “Nine”, “Lluvia de albóndigas”... hasta “Los fantasmas de mis exnovias” Cualquier película es buena excusa para no entrar.
-No sirven excusas. En esta ocasión no va a funcionar decir a los demás “vaya peliculón que os habéis perdido”, todos saben que es mala, muy mala, y que quien ha ido a verla es todo un pringao (o pringada, como la mujer que tenía al lado medio dormida que usaba la chaqueta del novio/marido a modo de manta).

Por cierto, bromas aparte, es un peliculón. No sabéis lo que os perdéis si no vais a verla.

lunes, 25 de enero de 2010

AVATARES DEL CINE

Creía que los medios de comunicación exageraban, pero, mientras escribo, asisto como espectador a un encarnizado debate en la mesa de enfrente acerca de la película de la temporada. Sin lugar a dudas, ha calado. Y lo mismo da si es o no una obra maestra, si el argumento es Pocahontas futurista, si técnicamente es perfecta o si el que las salas en 3D sean más caras ha engordado las cifras de taquilla.

Avatar, es un fenómeno cinematográfico. Es a la década del 00 como Matrix a la de los 90: el broche de oro que demuestra que, ahora, el cine es (además del séptimo arte) el mayor espectáculo del mundo.


Y es que, diga lo que diga la crítica entendida (siempre peleada con la taquilla y con la prepotencia y creencia de estar siempre en posesión de la verdad suprema), el cine nació como espectáculo y entretenimiento, vehículo para la diversión y para el regocijo de unos espectadores que, al pagar la entrada, buscan escapar de su rutina.


Con independencia del sesudo, profundo, documental y de autor, hay un cine que llena salas, crea ingresos y mantiene la industria; un cine que hace posible la investigación, experimentación y desarrollo audiovisual; que permite el cultivo, la creación y fomento de películas intelectualoides y profundas, así como las inversiones de empresarios y productores en el mundo cinematográfico.

Bienvenidos a la fábrica de los sueños.

Nunca he creído en las posibilidades del 3D. Siempre me ha parecido un recurso con fecha de caducidad, limitado y sin futuro, y el reciente auge experimentado en los últimos años no ha variado mi opinión de ver esta moda como el “odorama” del siglo XXI. Una forma para mitigar los efectos de la piratería, de atraer a los espectadores a las salas… y poco más. Nada de lo visto hasta ahora me ha llevado a confiar en un formato tan limitado y carente de interés que apenas va más allá del par de sustos y escenas efectistas por película. Nada de lo visto hasta ahora… hasta ahora… hasta Avatar.

Porque no es un paso adelante, es un salto al futuro: no saca las imágenes de la pantalla, mete a los espectadores en la película (hablamos de conceptos como perspectiva, profundidad, volumen…); consigue clavar al espectador en la butaca durante dos horas y media que saben a poco, mantener la sala en el más absoluto silencio desde el minuto uno (lo que, hoy día, no es moco de pavo), y que nadie se plantee el “robo” que supone el pago de un suplemento de más de dos euros por disfrutar de una sala en 3D... y el alquiler de sus gafas oscuras.
Más allá de su débil guión, de la manida historia, de lo previsible de su desarrollo, de lo trillado de sus personajes y estereotipos… es historia del cine. Estamos ante un espectáculo visual cuyos precedentes pueden encontrarse en la introducción del sonido en las películas (como “El cantor de Jazz”, pasará a la posteridad más por su revolución técnica que por la calidad de su guión e interpretaciones) En unos años nos olvidaremos de gran parte de su argumento, de los nombres de los personajes, de la duración… pero nunca de la sensación que experimentamos al verla y disfrutarla en pantalla grande… en tres dimensiones.

Y bueno, peor era la historia de Titanic y nadie levantó la voz contra tan magnífico despropósito.

jueves, 14 de enero de 2010

LA REINA DEL STAND EN PALACIO DE LOS LIBROS DE AIRE

Se acabó. A no ser que la viuda se saque de la manga un cuarto volumen (cosas más extrañas hemos visto y vivido), adiós a Salander, Bloomfist, Zalachenko y compañía.

Tras el impactante final del segundo volumen, todo el mundo tenía curiosidad por saber qué sería de la protagonista, cómo continuaría la historia, en qué acabaría todo… Y Larsson no desilusiona a sus fans: a lo largo de 850 páginas teje toda una telaraña de personajes, intereses, situaciones, juegos de poder y subtramas que giran en torno a una Lisbeth Salander, cada vez menos enigmática e interesante (consecuencia de conocer ya toda su historia) pero igual de guerrillera y resolutiva.

La mejor baza del libro consiste en desarrollar una historia en el punto en el que acaba el resto de thrillers: las diferentes investigaciones por parte de la autoridad competente que intentan esclarecer qué hechos fueron los que ocurrieron, y que desembocaron el final de la novela (algo que sólo conocen los protagonistas), así como los diferentes intereses que se dan cita (unos quieren que se aclare todo… y otros no)

Lo peor: 850 páginas de las que, tranquilamente y sin entrar en profundidades, podrían eliminarse más de 300. Hablamos de subtramas intrascendentes, descripciones e historias irrelevantes de personajes secundarios, historias que no llegan a nada, un epílogo excesivamente extenso… Lo mismo que el tomo anterior… y de lo que ya hablé en el post “El lector que soñaba con una cerilla y un bestseller de menos de 200 páginas”


Ahora, una vez acabado todo, llegó el momento de “hablar en plata”: ¿Qué es lo que queda de todo una vez leídas las 2500 páginas de la trilogía? Pues la sensación triste y melancólica de que todo tendría que haber finalizado en el primer volumen. Cuanto más se ha profundizado en la historia y motivaciones de la protagonista, más han ido perdiendo las novelas. Cuanto más cercana y más humana se nos ha mostrado a Lisbeth Salander, más simple y tópico ha sido el camino seguido por las novelas. Este tercer libro es el claro ejemplo de ello. Ejemplo de los miles de "libros de aire" (con más aire que literatura) que reinan en las estanterías de las librerías... y que acabarán sus días olvidados por quienes los compraron, cogiendo polvo (y bastante sitio) en cualquier estantería de la casa.


Y tampoco merece la pena seguir escribiendo más sobre el tema.

viernes, 8 de enero de 2010

SÁLVAME (DE LA TELEVISIÓN Y DE LA FAMILIA)

Una de las terribles consecuencias de estas vacaciones navideñas ha sido, debido a la lluvia y al temporal, mi reencuentro con Telecinco. Huyendo del temporal de agua y viento, me sorprendí una tarde cualquiera atrincherado en el sofá, al calor de la estufita, con el mando a distancia en la mano y una pregunta bastante triste: ¿Cómo puede ser que, de los 24 canales del TDT, no haya un mísero programa medianamente interesante a las cinco de la tarde?

Sin paciencia para los culebrones, me aburren soberanamente los documentales de la 2, no entiendo aún qué tiene de interesante oír hablar de la vida de los famosos, y soy de la teoría de que la programación infantil de hoy día es para anormales. Con estas premisas, zapear se veía inevitable. De tanto dar a los botones del mando a distancia, parecía que manejaba el de la playstation. Y entre cadena y cadena, en la enésima ronda, me apoltroné en Sálvame, el INEM de los familiares de los famosos.

A los cinco minutos de programa vinieron a mi mente refranes como: La familia y la inquisición, cuanto mas lejos mejor, Los parientes y los trastos viejos, poquitos y lejos. Es impresionante la facilidad que tiene esta cadena para crear ídolos a partir de doñas y don nadies… realizando una enorme labor social, que no sólo contrata, sino que otorga credibilidad al/la primer/a mindundi que asegura tener algo que decir de un personaje famoso.
Lo primero que me sorprendió del programa es el elenco e contertulios del que dispone: periodistas desacreditados, ex de famosos, y alguna celebridad necesitada de dinero... y un presentador que se pitorrea de todos ellos como quiere.
Aunque, teniendo en cuenta quienes son los famosos de los que habla:

Salta la noticia: Un torero, viudo de una famosa cantante de copla, ha pasado unos días en un hotel con otra mujer. Ante las opiniones que surgen en el plató, sale en defensa su cuñada, mujer del hermano de la cantante (“la más grande”) que defiende el derecho a la intimidad de este personaje, así como de su propia hija, (que a la sombra de su tía, pero promocionándose a consta de ella, intenta hacerse un hueco en el mundo de la música) a pesar de que hizo más que públicas sus desavenencias con el sobrino de otra folklórica (cantante de sevillanas) cuya tía (se rumorea) tuvo una gran y profunda amistad con una coplera “de las de siempre” (competencia de “la más grande”) objetivo de la prensa por su boda con un torero (se dice que lo “robó” a la hija de la faraona, a la mayor, en cuya boda con un argentino se pronunció eso de Si me queréi irse), por su relación con una presentadora de radio (quien se dice que la alejó de la cantante de sevillanas), con un empresario (que no hace mucho se ha relacionado con una presentadora de radio que ha estado viviendo con un escultor sudamericano) y con un alcalde corrupto (cuya mujer, por despecho, se lió con un cubano y despotricó de ellos por las televisiones). El alcalde, tras salir de prisión y ser abandonado por la coplera, hizo las paces con su ex, aunque ahora sólo tiene ojitos para Karina, no la cantante de los sesenta que tuvo un affair con un peluquero, sino con una (hasta ahora) desconocida.


Completamente superado por lo que oigo, e incapaz de asimilarlo, cambio de cadena. En antena3 hablan de la relación existente entre la ex del presentador de un concurso musical famoso de la televisión pública (que ha pasado a formar parte de la parrilla de Telecinco) y el hijo de una duquesa, que anteriormente estuvo relacionado con una exmodelo cuyas fotos compartiendo cama con un conde, primo lejano del rey, provocaron su ira, hasta el punto de que, la exnovia del conde (ex de un jugador de baloncesto y uno de fútbol, y sospechosa de contratar a unos matones para dar una paliza a un presentador de televisión), le acusó de urdir un plan para desacreditarlo.
La duquesa, que en los últimos años se viene relacionando con un hombre bastantes años más joven que ella (y con dice querer casarse), tiene una hija que, además de haberse relacionado con el hijo de una directora de cine, tiene una hija fruto de su boda con un torero (hijo del torero casado con la folklórica expareja del exalcalde y de la hija de un torero, sin oficio conocido, reina de las exclusivas de la prensa rosa) al que se conoce varias relaciones (una de ellas con la prima de su exmujer) y que es hermano de otro torero, que estuvo casado con una modelo y actriz de televisión, y que actualmente se relaciona con una antigua Miss España, que hasta hace poco era pareja del portero titular de un club (el mismo en el que jugaban los ex de la ex del conde) que tuvo como vicepresidente a un afamado empresario que, tras divorciarse de su mujer, comenzó una relación con la expareja del hijo de la duquesa antes de que ellos salieran.

Asustado, apago la televisión y mi imaginación echa a volar… 2 hermanas, un cuñado, 15 tíos, 23 primos, sus parejas, hijos... ¿Qué sería de mi vida y de mi familia si me hiciera famoso?

¡¡Aaah!!!...La familia.