miércoles, 15 de junio de 2011

GÉNERO DE LA OBRA

La pregunta número 5 -del trabajo a entregar sobre la obra "Bajarse al moro" de Jose Luis Alonso de Santos- dice lo siguiente:
"EL GÉNERO: ¿La obra es una tragedia, un drama, una tragicomedia? Razona la respuesta"

- Esta obra es una tragicomedia porque es una comedia pero algunas partes son cómicas.
- Es una tragicomedia porque tiene cosas de risa y su desenlace es tragédico.
- Es una tragicomedia porque habla de temas serios como el de la droga pero también hay conversaciones con sentido del humor
- Es una obra teatral, de un autor dramaturgo como José Luis Alonso.
- Tragicomedia porque a la vez que es una tragedia también es una comedia.
- Es una tragicomedia porque al final acaba mal Chusa y tiene una poca de gracia la obra.
(una poca de gracia, como La Bamba)
- La obra es un drama. Porque es triste, se caracteriza exclusivamente por el empleo de diálogos está escrita para ser representada.
- Yo pienso que es tragicomedia porque mezcla los líos que tienen con la marginalidad.
- Yo creo que es de intriga, porque siempre que va a suceder algo pasa otra cosa diferente, tiene un poquillo de acción en la escena de la pistola, cuando Jaimmito recibió el disparo en el brazo.
- Es una comedia porque casi todas las escenas son de risa y todas son mentira (??)

lunes, 13 de junio de 2011

POST DE AMOR A UNA COMPAÑERA DE VIAJE

¿Sabes? Te echo de menos.
Y no dejo de pensar en eso.
Echarte de menos... acusar tu falta... lamentar tu ausencia... Un sentimiento bastante claro, fuerte y profundo al que me he venido negando y resistiendo, posiblemente por mi afán de sentirme libre, afectivamente independiente, sin tener que estar vinculado a nadie... por temer el estar vinculado a alguien...por mantener una extraña cordura.
Cordura que en las últimas semanas no hace más que atormentarme, martirizarme, y arrastrarme a un infierno de dudas, anhelos y desesperanzas.
Cordura que me lleva a preguntar y plantear cómo renunciar a lo que siento si el precio a pagar es un sufrimiento aún mayor que la incertidumbre de un amor del que desconozco si es o no correspondido.
Cordura ¿o quizás tortura?que poco a poco me está matando.

Como todas estas historias tan típicas, entraste en mi vida "por la puerta pequeña", sin ser apenas consciente de ello. Cuando quise darme cuenta, ya estabas allí, formando parte activa de mi vida, tan esencial y necesaria como cualquier extremidad, como una parte de mí. Porque, lo quiera o no, te siento como una parte más de mi ser. Y este hecho, (el descubrirte siempre disponible y atenta a lo que necesitara), impedía que te valorase en tu justa medida. No es que te ignorase, subestimara o te menospreciase, es que me había (mal) acostumbrado a compartir contigo determinados momentos, como si de la cosa más normal del mundo se tratase, hasta el punto de no discernir entre tú y yo, entre mi persona y la tuya, tu vida y la mía, todas esas circunstancias que nos diferencian y separan.

El tiempo suele medirse en segundos, en minutos, en horas y sin embargo no puedo evitar usar el kilómetro cuando pienso en los mejores momentos que hemos pasado. Inevitable esbozar una sonrida al pensar en las conversaciones absurdas, en los silencios cómplices, en las canciones que nos acompañaron, en las pequeñas confidencias... que amenizaban y rompían con el tedio y la rutina de aquellos viajes y rutas que emprendíamos los fines de semana.

¿Sabes? Me gustaría no ser sincero, tirar de orgullo y mantenerme cruelmente indiferente -ajeno- a todo este caudal de sensaciones contradictorias que fluyen y confluyen en mí, no tener que sentir esta terrible necesidad de gritar a los cuatro vientos todo lo que significas para mí, el papel que en mi vida representas.
... pero aquí me tienes, escribiéndote una carta como un estúpido adolescente enamorado. Porque no sabes cuánto te echo de menos... acuso tu falta... lamento tu ausencia... Cuánto necesito oírte decir una vez más, con esa voz tan sensual,tan personal, tan femenina... tan tuya, de "próxima salida a 50 metros"
Desde que se estropeó el encendedor del coche, desde que no funciona el orificio a través del cual te enchufaba a sabiendas de que a partir de ese momento no viajaría solo, que mis oídos disfrutarían de tu voz seductora, que mi espíritu gozaría de tu serenidad, que mi confianza en el viaje se cimentaría en tu conocimiento de la ruta... hay camino, no estelas en el mar.

Mi querida voz amiga del gps... ¡cuánto te echo de menos!