domingo, 25 de noviembre de 2012

PersoOnah k eskriiben

A pesar de lo que mi madre diga sobre mi talento, nunca ganaré el Nobel de Literatura. Posiblemente ni el Cervantes. No creo que caiga el Príncipe de Asturias. Es complicado que me haga con el Andersen, el Nébula o el Hugo. Todos sabemos que el Planeta "tiene truco", y el Nadal... mi perfil no es el de sus premiados. Puede ser que mi carrera de escritor de éxito acabara con aquel segundo premio que gané a finales de los 90, en el concurso literario que se lanzó en El Puerto dentro del programa "Miniurban", de promoción del tejido empresarial del centro de la ciudad.
No todos nacemos para vivir de la escritura.
Bueno, yo vivo de la escritura (y de la lectura), concretamente de enseñarla. (Pero ahora no viene al caso)

La literatura es un arte, y como tal, no tiene que responder o seguir las leyes de la lógica. Ahí están los caligramas, la escritura automática, el poema en eco... Es ESCRIBIR, así, con mayúsculas. Soy de la cruel opinión de que el talento se tiene o no se tiene. Se puede alimentar o ignorar, pero no fabricar.

Hoy me interesa la escritura que responde las leyes de la lógica. Mejor dicho, la que debería responder ante las leyes de la lógica. Hablo de escribir, así, con minúsculas.
En teoría, escribir (una vez aprendido los trazos que corresponden a las diferentes letras) no debería suponer un problema: tan solo hay que combinar símbolos... y no disponemos de más de 27. En español (o castellano, no vamos a perder el tiempo en polémicas), las palabras se escriben tal y como suenan, de manera que la única dificultad puede residir en aprender una serie de reglas, popularmente conocidas como "reglas de ortografía". Así de simple.

Pero...
Desde hace unos años vengo observando que la "política de ser políticamente correctos" de los adultos se ha unido a la (más que economía) racanería lingüística de jóvenes y adolescentes en un extraño movimiento "contracultural" cuyo único objetivo (intencionado o no) parece ir encaminado a romper con la solidez y belleza de nuestra lengua.
Si bien los orígenes pueden remontarse a la "K" antisistema (que ha pasado de icono del movimiento okupa, a comodín de todo el que se la quiera dar de moderno alternativo o perroflauta extremo), podemos decir que en los últimos años, a este castellano no lo conoce "ni la madre que la parió".
Primero fue la Economía del lenguaje: En móviles, los mensajes de texto no podían tener más de 160 caracteres. Aquel formato inició una forma de escribir que gozaba de unas reglas bastante cercanas a las que adoptábamos en la universidad cuando pillábamos apuntes a toda velocidad ("q" como forma amputada de "que", por ejemplo); pero poco duraron las "reglas no escritas" del eseemeese: llegaron la eliminación de la "h", "ch", vocales..., la "k" y "x" multiusos, y la aparición de extrañas simbologías (los emoticonos son la escritura jeroglífica del siglo XXI  XD )

Después llegó la Segregación lingüística: Un buen día, alguien pensó que nuestro idioma era machista y pelín misógino (¿una "o" como forma que englobe lo masculino y lo femenino?). Comenzaron a editarse "libros de estilo sobre el correcto uso de la lengua" (al parecer no había fines mejores en los que invertir el dinero público), y la cosa se desmadró un poco:
 - La feminización por cojones: Se ve que no era suficiente con el determinante en modo femenino, y pasamos a tener médicos y médicas, jueces y juezas, miembros y miembras... (los cambios no llegaron a los dentistos, electricistos, pediatros...)
- La arrobización desmesurada: Tras la separación en género, alguien pensó que hacían falta términos que englobaran ambos sexos. Y antes de recurrir al diccionario (ciudadanía, alumnado, por ejemplo), adoptaron la arroba (@) como término fetiche (algo así como el "pegamento imedio del lenguaje no sexista"): enfermer@, animador@, alumn@... (mi opinión sobre este estúpido fenómeno me la guardo)
- Los sucedáneos de la arroba: O "para qué conformarme con @ si puedo utilizar X, y me ahorro pulsar ctr+alt y deshacer el hipervínculo"


Una de las cosas que comento a mis alumnos en clase es que, el castellano, es un lenguaje vivo, que se nutre de las aportaciones de quienes lo usamos. Últimamente me da más la impresión de que (con tantas patadas en el estómago que se le da) no es más que un maltrecho zombi que vaga sin rumbo en busca de alguien que pueda "alimentarlo".

¿Dónde está esa que se dice "Que limpia, fija y da esplendor" cuando se le necesita?

Me parece terrible la dejadez con la que, en los últimos años, se viene usando nuestra lengua. Y sí, escribo dejadez y no incultura o analfabetismo. No hay interés por escribir correctamente, ni siquiera parece existir miedo a hacer el ridículo con lo escrito. Con lo fácil que es, si no consultar un diccionario, preguntar a alguien cómo se escribe una palabra...