martes, 24 de agosto de 2010

ASCENSORES

Siempre me han dado miedo los ascensores. Metálicos ataúdes que se elevan un curioso número de metros sujetos por un cable, en los que nos encerramos voluntariamente con todo tipo de desconocidos, dando por supuesto que, llegados a la planta deseada, las puertas se abrirán.
¿Y si se para entre dos plantas? ¿Y si no se abren las puertas? ¿Y si nadie se percata de que el ascensor se quedó parado? ¿Existe una central de detección de ascendores estropeados? ¿Y si se rompe el cable o los frenos? ¿Cuánto hace de su última revisión? ¿Y qué decir de los anónimos y temporales compañeros de viaje? ¿Puede uno fiarse de ellos? ¿Cuáles son sus pensamientos, sus intenciones, sus motivaciones? ¿Hasta qué punto debemos confiar en ellos, hablar con ellos, interactuar con ellos?¿Con qué tema de conversación nos saldrán?
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Siempre me han dado miedo los ascensores. Pero, en un mundo construido en vertical, no hay más remedio que dejar este tipo de temores de lado si no se quiere estar escaleras arriba, escaleras abajo todo el día.
¿Hay el mismo número de escalones entre las plantas de edificios distintos? ¿Existe un espacio estándar homologado entre escalones? ¿Qué razón nos hace más reacios a subir andando que a bajar? ¿Existe una distancia mínima, un número de plantas, a partir de la cual nadie pueda tildarte de vago por ir en ascensor o de masoquista por hacerlo andando? ¿Los pasamanos, mejor a un lado o a los dos de la escalera?

Siempre me han dado miedo los ascensores. Lo que puede sucedernos en él, lo que pueda haber fuera cuando vaya a salir. Pero, sobre todo... lo que creo que me aguarda dentro cuando, para poder entrar, espero impaciente a que sus puertas se abran.

2 comentarios:

JAVB dijo...

De todas las preguntas, la más extraña, inquietante e inteligente, la que más me ha dado que pensar sin encontrar respuesta aún es: "¿Qué razón nos hace más reacios a subir andando que a bajar?"

Yo, pobre de mí, siempre pensé que el esfuerzo físico pendiente arriba es mucho menor que cuando descendemos, pero ahora realmente soy un mar de dudas...

JAVB dijo...

Quise decir antes:

"Yo, pobre de mí, siempre pensé que el esfuerzo físico pendiente arriba es mucho mayor que cuando descendemos, pero ahora realmente soy un mar de dudas..."

Una prueba más de mi azoramiento

Por cierto, llegados a este punto lean un relato de Buzzati, El ascensor