sábado, 23 de abril de 2011

CRÓNICAS VIRTUALES DE UN SOLTERO A SU PESAR

A TENTACIÓN ROJA
Es innumerable la cantidad de historias y leyendas de la vieja Europa que, gracias al trabajo de investigación, recopilación, reinterpretación y escritura de autores como los Hermanos Grimm, Hans Christian Andersen o Charles Perrault, han llegado a nuestros días… y nos sobrevivirán.

Más allá de las versiones edulcoradas por Disney o de los innumerables cambios y transformaciones que experimentan a lo largo de los años, no dejarán nunca de ser una muestra importante de aquellos aspectos más oscuros de la personalidad humana: celos, envidia, lujuria, gula, codicia, pereza… ejemplos bastante ilustrativos de los pecados capitales y de las bajas pasiones de nuestra especie.

De entre el más que amplio abanico de historias, siento especial debilidad por dos: El Gato con Botas, un prodigio literario e imaginativo en el que un simple minino usa su ingenio para comerse un gigante y hacer que su amo se case con una princesa y ostente el título de Marqués de Carabás, y Caperucita Roja.

Pedagógicamente hablando, este es el mejor de todos los cuentos populares para trabajar con niños y adolescentes temas como la obediencia, el respeto y cuidado de las personas mayores, recelar de desconocidos... Incluso, si se profundiza un poco, más de uno ve en su uso de las nuevas tecnologías (tuenti, messenger) la conversación de la niña con el lobo. Aunque no son las aplicaciones didácticas lo que más me atrae de esta historia.

No sabría decir si se debe a la predominancia del color rojo (símbolo de la pasión ardiente y desbordada, el amor, el deseo, la sexualidad y el erotismo)… en muchas ocasiones además en claro contraste con el blanco color de la nieve (que denotan pureza), a la esencia de lo prohibido representado en ese encuentro y conversación con el lobo, heredera directa de la historia del pecado original, cuyos protagonistas – Eva (una mujer), la serpiente (un animal) y una manzana (representada generalmente de color rojo)– guardan estrechas similitudes con la historia de Perrault; o a las asociaciones del inconsciente con Lolita, el personaje de Nabokov (que tradicionalmente se ha venido usando para referirse a adolescentes consideradas muy seductoras o para describir mujeres muy jóvenes o que lo aparentan)

Podría ser que todo residiera en el anhelo de ser lobo. El sagaz e ingenioso depredador que consigue engañar a la tierna niña para hacerse con un “menú doble” (abuela y nieta); el enigmático y seductor animal que logra tentar a Caperucita para que le diga adónde va; el decidido, terrible y despiadado demonio que, no sólo devora a la enferma ancianita, sino que espera a la nieta semioculto bajo las sábanas dispuesto a saltar sobre ella y comérsela; el exitoso triunfador que ve cumplido con creces su objetivo… (del presuntuoso, creído y confiado lobo que se queda dormido tras saciar su apetito y en cuyo estómago el leñador llena de piedras, acabando sus días en el fondo del estaque… mejor hablamos otro día)

Proyecciones del subconsciente aparte, probablemente todo sea fruto de una mente harto corrupta, viciada y torturada que, más allá de las dos coletas (“coletas de colegiala de las que cuelgan fantasías y esperanzas de madrugadas en vela”, J.A. dixit), miradas profundas y enigmáticas (de unos ojos capaces de hablar de lujuria y pasión, que desnudan el alma y desvisten ayudándose de la imaginación), bocas de amplia sonrisa (socarronas y provocadoras, grandes llamativas y acogedoras, siempre acogedoras, como las celestiales puertas del cielo), andares altivos (firmes y seguros, rítmicos y delicados, coreografiados pasos de diosa griega caminando entre nubes), labios carnosos, pechos turgentes… es incapaz de enfrentarse a un clásico de la literatura infantil sin dejarse llevar por sus más bajas pasiones.

¿Qué es Caperucita sino la tentadora manzana carmesí, el fruto prohibido por cuyo bocado nos jugaríamos la expulsión del Edén?

“Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!”


1 comentario:

JAVB dijo...

A mi también me pasa, pero solo con Caperucita...aunque ahora que lo pienso, tras esa mojigata Blancanieves debe esconderse un volcán sexual, con sus enanos...