miércoles, 10 de noviembre de 2010

LA EXTRAÑA E INCOMPRENSIBLE INFLUENCIA DE LAS PIZZAS BARBACOAS SOBRE LOS SEMÁFOROS EN ROJO

Me ha vuelto a pasar, cuando me he querido dar cuenta llevaba casi cinco minutos en la esquina, junto al semáforo, mirando al cielo, a la oscuridad, al vacío. Más de uno, al pasar junto a mí ha buscado adónde se dirigía mi mirada perdida. No lo ha encontrado. Al igual que yo, que por mucho que he observado atentamente, no he podido localizar, tampoco esta vez, ningún foco.

No es la primera vez que me ocurre: embebido en mis propios pensamientos, intentando encontrar sentido a todo lo que veo, vivo, me pasa, me rodea… llego a la conclusión de que “hay truco”. No puede ser todo tan extraño, tan arbitrario, tan azaroso… Así que me paro en seco y busco algún indicio que demuestre que, como en “El Show de Truman”, soy el centro de un mundo especialmente diseñado para estudiar y contemplar mis pensamientos, acciones y decisiones.

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Puede parecer paranoico, pero a veces todo encaja, hay ocasiones en que mi tesis tiene sentido… hasta el punto en el que casi puedo oír muy débilmente la voz de un narrador omnisciente describiendo todo lo que me ocurre, hago y pienso; como le ocurría a Will Ferrer en “Más extraño que la ficción”. Y me pregunto, entre curioso y cínico con qué palabras, la cruel autora de las páginas que protagonizo –pues solo una mente femenina puede urdir una historia así–, ha pensado despacharme y terminar su obra.

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Creo que debería dejar de tomar pizzas barbacoas del Día

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