lunes, 8 de noviembre de 2010

THE ROCK LOVE STORY

Nos encontrábamos a media luz, a solas en la habitación, y ella me pidió que me bajase los pantalones y me tumbase. Recostado, y ya de cerca, lo primero que me llamó la atención fueron sus ojos claros –apostaría que azules– y su boca, desde la cual, como dulce melodía, me iba diciendo suavemente qué debía hacer.

-“¿tu primera vez?” – preguntó con una agradable y tranquilizadora sonrisa.

Yo, intentando controlar los nervios, y aparentando que controlaba la situación, respondí bromeando: “La primera… y espero que no sea una experiencia traumática”

Dicho esto, mostró el bote de gel con el que, suave y delicadamente, sabía que iba a embadurnarme. Lo vi claro… esa mujer iba a saber más de mi interior en unos minutos que cualquier otra con la que hubiera estado anteriormente.

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Sin embargo, no era el sitio propicio para que surgiera nada idílico. Sobre todo teniendo en cuenta que, en lugar de amor, en el ambiente se respiraba cierto aroma sanitario.

Ahí me encontraba yo, en una posición de lo menos sexy y sensual que pueda imaginarse: tumbado sobre la camilla con la bata del hospital remangada y los pantalones a mediobajar. Es curioso, pero no se suele elegir la ropa interior pensando en que más tarde tengas que ingresar de urgencia en el hospital…

Allí estaba ella, sentada en el trono, frente a la pantalla de la eco, con el bote de gel en la mano dispuesta a untarme toda la barriga. No fue brusca, pero aquellos movimientos rutinarios me mostraron que, en aquella consulta, yo era un paciente más.

Minutos más tarde el escáner encontró la piedra que me había llevado a aquel hospital.

Y al final, se marchó.

1 comentario:

JAVB dijo...

¡¡¡Animo, Paquito, que ya te queda poco en ese sitio!!! Aguanta,estamos contigo