domingo, 22 de febrero de 2009

AQUÍ HAY QUE MAMÁ

Es Carnaval. Todos los años por estas fechas, las miras de la nación se vuelven a este rinconcito para oír nuestras coplillas: aquellas quejas, denuncias y sentencias que –en unos casos tirando de ironía o sarcasmo, en otros simplemente cantando sin pelos en la lengua– muestran la opinión y el sentir del pueblo.
Lo sabemos: En la pluma de los autores de nuestro carnaval se encuentra el auténtico barómetro de la sociedad. Ellos son quienes dictaminan qué es noticia y pregonan la realidad de un mundo, país, región, provincia, municipio, cada vez más globalizado e impersonalizado. Con una coplilla, igual nos arrancan una sonrisa en mitad de nuestra desesperación, que acuden despertarnos de nuestro letargo; igual alaban nuestra paciencia como denuncian nuestra pasividad.
Es inevitable que se nos pongan los pelos de punta oyendo pasodobles sobre la violencia de género, el terrorismo, Oriente Medio, la situación de las familias sin empleo… Es inevitable que algo dentro de nosotros se revuelva cuando reconocemos verdades como puños de boca de las agrupaciones. Y es también inevitable que, después del concurso de agrupaciones todo vuelva a ser como antes.
Porque, ya lo dice la frase: Etto e Cai y aquí hay que mamá. Y así es, literalmente.
Tras la máscara y el folklore, tras el pito y la serpentina, tras el concurso y la calle, todo vuelve a la realidad: la falta de recursos, la escasez de inversiones, la tiranía del desempleo… volvemos a ser el pueblo pasivo y paciente que ve la vida pasar.
A unos años del bicentenario, no nos reconoce ni la mare que nos parió: ¿dónde está el pueblo que le ganó el pulso a la realidad de 1810? ¿dónde los vecinos guerrilleros que tanta lata dieron a los franceses? ¿dónde los ciudadanos progresistas que sacaron a la calle una constitución?…
El pueblo gaditano hace AÑOS que perdió la guerra contra la realidad. Hace años que aceptó su derrota. Hace años que, temeroso, esconde su dignidad detrás de unas coplas –cuyas letras pretende sean dardos envenenados– que ya no llaman la atención de unos noticieros que prefieren el espectáculo de otros carnavales con más pompa y boato.
Hace años que aprendió a denunciar y a señalar sin moverse de su silla.
Y hace años que lo sabe y se resignó a ello:
Etto e Cai y aquí hay que mamá

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Coño!....¿Y los oscars?