martes, 1 de septiembre de 2009

SABIDURÍA POPULAR

Es curiosa la idiosincracia del pueblo español. A pesar de los altos índices de incultura y analfabetismo funcional existentes, así como el bajo consumo de prensa y literatura que nos caracteriza (significativas muestras de nuestra escasa aportación al mundo y del lugar que ocupamos a la cola de Europa), raro es no encontrarse en cualquier lugar a algún/a currito/a de a pie que, dando muestras de la sabiduría popular que nos caracteriza, no tenga opinión, explicación o sugerencia sobre cualquier cosa.
Extraño es no encontrarse a nadie que carezca de ideas, razones o fundamentos para comentar o debatir cualquier tema de conversación. Y lo mismo da cultura, política, economía, o física cuántica. En este país hablar es gratis, y todos opinamos ex cátedra (valga de ejemplo un servidor y su modesto blog)

Podría abordar la basura televisiva en la que todo tipo de personajes (auténticos "licenciados vidiriera") debaten con una frialdad pasmosa cualquier tipo de noticia (desfile de ropa, violencia doméstica, la última relación de un putón folklórico, desaparición de una adolescente...), saltando de un tema a otro con asombrosa naturalidad.
Podría extenderme a situaciones y contextos como los que se viven en muchos campos de fútbol, canchas de baloncesto, cosos taurinos… donde el conocimiento, la sabiduría y la inteligencia que “brotan” en las gradas caen en forma de ríos de gritos, reproches y hasta insultos, hacia los profesionales que trabajan abajo (algunos, hasta se están jugando la vida)
Podría hablar de las peluquerías, “herederas legítimas del café Gijón”, en las que temas de actualidad y sociedad son abordados de forma realista y descarnada, a corazón abierto, mostrando cada tertuliana las simpatías y antipatías despertadas por aquellos personajes que marcan el día a día de nuestros televisores.

Pero no, voy a hablar de la cuna del conocimiento, de los dos rincones en los que reside todo el acervo popular: el mercado y el bar con solera.
El mercado es el único lugar en el que, por el precio de una barra de pan y un kilo de tomates te llevas gratis el truco para quitar las manchas de plastilina, donde con los avíos del puchero puedes saber “de cuánto está” la hija de los del 5ºA. Más que un espacio abierto al debate supone una ventana al mundo de la información en el que podemos acceder a la vida del barrio, a los últimos acontecimientos de la ciudad, a lo que aparece en la televisión o a aquella información secreta y reservada que desconoce el CNI pero no así el pescadero ni el carnicero.
Es curioso comprobar que, con los recientes cambios en la sociedad, los nuevos “amos de casa” no sólo se han adaptado a la perfección a estos entornos, sino que además, forman parte de la red de corresponsales y enviados especiales que confirman y/o amplían la noticia con información de última hora y primera mano.
Y no sólo se informa, son auténticos consultorios de salud en la que de forma altruista, los clientes se intercambian experiencias, consejos e indicaciones destinados a mejorar la calidad de vida de la población ¿quién dijo que la aspirina es sólo para el dolor? El médico receta, el farmacéutico quien dispensa, pero el vecino es quien diagnostica e indica el tratamiento.
El bar con solera debería ser un espacio protegido por las autoridades. Raro es el pueblo o el barrio que no dispone de uno. Los principales rasgos que lo caracterizan:
- La (extraña) sensación de que las paredes hacen años que no ven un trapo.
- Una (casi vacía) botella de Anís del mono de cuando el mono era un chimpancé y otra de Veterano con redecillas descoloridas.
- (Pintorescos) parroquianos más gastados que el mobiliario y los vasos que se usan para el café, siempre pegados a la barra.
Y son sus habituales, sus parroquianos, los que convierten a estas tascas en auténticas tertulias. No hay temas lo suficientemente complejos, extraños o inesperados a los que no puedan hacer frente ni mostrar su opinión. Son intelectuales cultivados en la escuela de la vida.
Conocedor de su clientela, el dueño del bar es un gran moderador que sabe dar a cada uno su sitio, aprecia sus valoraciones, sus opiniones, sus quejas… mostrándose siempre comprensivo a expresiones tan castizas como: “En tiempos de Franco esto no pasaba”, “habría que legalizar la pena de muerte”, “la justicia es un cachondeo”, “son todos una pandilla de ladrones”, “habría que quemarlos a todos”, “mucho paro y mucho inmigrante”, “tanta libertad no es buena”, “que me lo dejen a mi, te iba a decir yo lo que le hacía”…

Y es que, señoras y señores, esto es España. Un país de entendidos, de sabiduría a pie de calle, en el que todos expresan su opinión, sus ideas y sugerencias… y prácticamente nadie se molesta en mover un dedo para realizarlo. (De hecho, con la llegada de las nuevas tecnologías, ya ni nos molestamos en ir a la calle a expresar nuestra opinión)
Más sobre este tema, pero centrado en Cádiz y en su carnaval, aqui

2 comentarios:

JAVB dijo...

Fonti, lo mejor de tu blog es que es imprevisible. Puedes salir por cualquier lado... Hablas de todo... como esos tertulianos de bar... Pero tus mejores posts son estos, en los que te cuelga la saliva del colmillo, en los que vomits la bilis...

JAVB dijo...

Por cierto, yo que te solicito posts públicamente, deberías escribir uno que te granjeara loas y enemistades, tu post más polémico:

-Cómo han influido en mis amigos y en mi las mujeres, o la ausencia de ellas.

Ahí queda eso.