lunes, 13 de julio de 2009

EL CURIOSO E INTRIGANTE MISTERIO DE LOS ENIGMÁTICOS NOMBRES DE LAS MESAS DE BODA

Vengo observando en los últimos años cómo se viene imponiendo en los convites de boda una singular tradición que suele provocar en muchos de los invitados una curiosa respuesta: la repetición mimética de esta práctica en su próximo enlace.
Como bien indica el título de este post, hablo de los nombres de las mesas en una boda: esa novedosa costumbre que provoca en muchos casos la rotura de coco de los invitados al preguntarsé el porqué de su ubicación en la mesa "Iker Jiménez", o qué tienen en común todos los sentados en la mesa "Los 3 mosqueteros"
Un hábito que parece haber salido al relevo de otros avocadas a la desaparición -como romper la corbata del novio para venderlo o el comer la tarta que los novios parten delante de los invitados-, y que comienza a hacerse un hueco en los preparativos y sorpresas del convite. Ahora que hasta los chinos venden números para poner en las mesas, nos da por bautizarlas usando el alfabeto.

No entro a juzgar o criticar tan pintoresca acción, que seguramente practicaré el día que me toque (de hecho tengo a buen recaudo la temática y nombres), pero sí creo interesante dedicarle un momento al estudio -desde un punto de vista social, cultural y antropológico- de tan singular moda. Desgraciadamente, al carecer de la cualificación necesaria para ello, me limitaré a escribir sobre esto en un tibio post:

Que tan simpática muestra de espontaneidad de los novios se encuentre tan vinculada con el arduo, polémico y extenuante momento de formación de las mesas, me lleva a imaginar en este nombramiento como un pequeño juego de "cierre", como un pequeño azúcar en una de las últimas discusiones prematrimoniales.
No dejo de preguntarme, sin embargo, qué pasa cuando hay más mesas que ideas, cuando (por ejemplo) cada mesa tiene el nombre de una novela de Stephen King y descubres que te quedan dos por asignar. ¿Acudir a dos relatos? ¿Poner el nombre de una película basada en un cuento? ¿Qué pasará si alguien se da cuenta y lo descubre todo? Vaya contrariedad.
Por otro lado, y seguramente me equivoque, me da la ligera impresión de que tal labor "creativa" suele recaer fundamentalmente en la parte "masculina" de la pareja (a ver si, al menos, esto es capaz de hacerlo solo... y bien) Un pequeño entretenimiento para una mente ociosa. Quizás por eso a nadie le sorprende ver que el salón parece una convención del Real Madrid (con los nombres de los históricos y galácticos), el Museo del Rock (con los mejores guitarristas de la historia), o la parrilla de salida del circuito de Spa.
No obstante, y a pesar de tanta testosterona pensante, si hubiera que hacer un ránking de nombres de mesa más recurrentes, sin lugar a dudas el líder indiscutible sería el de "nombres de película", categoría que -según los gustos de los novios- comprende un amplio abanico de títulos y de llamativos temas (amor, guerra, deportes...) Tras esta categoría, gustos como colores: toreros, playas, guitarristas, hermandades de semana santa, canciones, cuadros de Van Gogh, ciudades/países visitados por los novios...

Quizás lo único malo es que, con el tiempo, todo tiende a ser una costumbre espontánea e impuesta, perdiéndose toda la frescura con la que nació: que todo se anquilose y no evolucione hacia nuevas formas y fórmulas. Y es que las mesas pueden dar mucho juego para limitarse a ponerle nombres de presidentes de los EEUU o títulos de libros de García Márquez.
Desde estas líneas: ¡¡Una llamada a la imaginación y a la creatividad!!!
Olvídense de las críticas que puedan llegar. Recuerden que:
--> Hagas lo que hagas, tu boda será criticada por algo
-->Lo que hoy es raro, mañana puede ser toda una tradición.
-->Con lo que te vas a gastar en la boda... al menos, haz algo a tu gusto.

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