miércoles, 22 de julio de 2009

MEDUSAS EN LA COSTA DEL SOL Y BASURA EN LOS CINES

A estas alturas es más que notoria mi capacidad para ver (y en la mayoría de los casos, engullir) todo tipo de cine. Creo que sólo así puede explicarse que pueda ver en el mismo día Descalzos por el parque, Superfumados y El hijo de Rambow (clásico, basura americana y buen cine europeo)
Mientras, bien sentadito en casa, disfrutaba por enésima vez de Gremlins 2 (parodia de la primera plagada de excesos, pero muy simpática), me di cuenta de que, hace más de diez años que no se hace cine para niños y adolescentes.
Resulta muy deprimente comprobar cómo, con la llegada de los 90, la industria del cine ha ido abandonando a este tipo de espectadores, dejándoles de la mano de subproductos de tercera: películas infantilizadas que rozan la estupidez (cuando no la sobrepasan) y que parecen promover en las nuevas generaciones un estado de idiocia generalizado.

El llamado “cine familiar” de los 90 sepultó todo lo que en este terreno se consiguió en los 80. Y la llegada del nuevo siglo no parece mejorar mucho las cosas: La industria desarrolla guiones de segunda (cuando no de tercera) y los venden a precio de primera. Películas en las que los efectos de sonido y visuales enmascaran guiones escasos de originalidad, bastante mediocres y basados en el fuego de artificio.
No resulta extraño ver cómo, cuando una fórmula parece triunfar en taquilla nos bombardeen con malos clones: Las tres secuelas de Solo en Casa, las más de cuatro del perro Beethoven, la actual explotación de la literatura fantástica juvenil: Crónicas de Narnia, Brújula Dorada, Crónicas de Spiderwick, Corazón de tinta, la saga Crepúsculo (no, no se me olvidan los 7 tomos de Harry Potter transformados en 8 películas), y las que quedan por llegar. A falta de imaginación e ideas, buena es la literatura. Pero seguimos igual que siempre.
Y si tampoco funcionan las adaptaciones literarias, el sistema de las reediciones, continuaciones y sagas no es que mejore las cosas: las tres nuevas momias están muy infantilizadas, la nueva trilogía de las galaxias no ha contentado a nadie y la cuarta de Indiana Jones no le llega a las anteriores a la punta del zapato.
Disfrutamos de un cine monótono y autocomplaciente, con más pretensiones que calidad, que bajo el lema de “cine familiar” nos vende material de desecho cinematográfico.

Nadie parece interesado en recoger el testigo que en su día tuvieron Spielberg, Robert Zemeckins, Joe Dante, Chris Columbus, John Hughes, Richard Donner… (a veces ni ellos mismos), y que hicieron en el género infantil y auténticas joyas como Los Goonies, Gremlins, El secreto de la pirámide, trilogía de Regreso al Futuro, Quién engañó a Roger Rabbit, Esta casa es una ruina, Jóvenes Ocultos, Cuenta conmigo, La princesa prometida, El club de los cinco, Aventuras en la gran ciudad, Juegos de guerra, Exploradores!!…

Ante este panorama tan desolador parece ser qué sólo Pixar comienza a traernos productos inteligentes, en condiciones, aptos para todo tipo de públicos y de mentes: Wall-E, Los increíbles, Buscando a Nemo
Que tito Kubrick se apiade de nosotros, simple y llano público palomitero, porque las grandes productoras no parecen estar por la labor.

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